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El género: entre Diosas griegas, hijras y Juana de Arco

  • Foto del escritor: Abigail Canales  Ibarra
    Abigail Canales Ibarra
  • 22 nov 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 22 nov 2024

Hablar de género es como intentar entender el arte moderno: algunxs podremos tener una opinión, pero la minoría se atreven a explorar su complejidad con profundidad. ¿Es un rompecabezas social? ¿Una performance cultural? ¿Una conspiración del patriarcado? La respuesta, como en toda buena historia, es un poco de todo.


Desde tiempos inmemoriales, las culturas han intentado definir qué significa ser hombre, mujer, ambos o ninguno. Y spoiler alert: no hay una definición universal. El género es una construcción cultural tan maleable como la plastilina, influida por la religión, la ciencia, las normas sociales y, por supuesto, el arte. Pero ¿cómo se ha manifestado esta construcción a lo largo del tiempo y en diferentes lugares? ¿Qué nos enseñan las hijras de la India, las diosas griegas y Juana de Arco sobre la manera en que entendemos el género hoy?

Hoy recorreremos historias fascinantes, contradictorias y a veces divertidas de cómo el género ha evolucionado. Con un poco de mitología, un toque de teatro kabuki y una pizca de filosofía contemporánea, veremos que el género es mucho más que una etiqueta: es una obra de arte en constante construcción.


Entre diosas guerreras y héroes ambiguos

En la antigua Grecia, el género estaba rígidamente definido… o al menos eso nos cuentan los historiadores. Las mujeres eran relegadas al oikos (hogar), donde su principal labor era cuidar de los hijos y garantizar que el vino no se terminara. Pero las diosas griegas tenían otros planes. Atenea, por ejemplo, desafiaba todas las normas: nacida de la cabeza de Zeus (literalmente), era la diosa de la sabiduría y la estrategia militar. Sin embargo, a pesar de su fuerza y habilidades, siempre fue considerada “virginal” porque, claro, a los griegos les costaba imaginar una guerrera con vida amorosa.

Por otro lado, Afrodita era todo lo opuesto: la diosa del amor y el deseo, mostrando que la feminidad en Grecia no era un molde único. Mientras tanto, en el lado masculino, el sistema griego incluía relaciones entre hombres mayores y jóvenes efebos como parte de su educación. Esto nos muestra que el género y la sexualidad eran más fluidos de lo que podríamos imaginar hoy, al menos dentro de ciertos límites aceptados por la sociedad.






Hijras, las guardianes del limbo de género

Si viajamos a la India, encontramos un ejemplo fascinante de cómo algunas culturas han abrazado la diversidad de género desde hace siglos. Las hijras son personas que no se identifican como hombres ni mujeres y que tradicionalmente desempeñan roles espirituales en rituales de matrimonio, nacimientos y festividades religiosas.

Históricamente, les hijras aparecen mencionades incluso en textos antiguos como el Manusmriti y los poemas épicos del Mahabharata, donde personajes con géneros no binarios juegan roles importantes. En la actualidad, las hijras enfrentan discriminación en muchos aspectos, pero su legado sigue siendo un recordatorio de cómo el género puede ser entendido de manera más allá del binarismo.

Dato curioso: en 2014, India reconoció oficialmente a las hijras como un tercer género. ¿Qué tal un paso hacia la inclusión que muchos países aún no han dado?





Juana de Arco, el terror de las normas medievales

Avancemos a la Europa medieval, donde el género estaba tan bien definido como las catedrales: rígido y lleno de reglas. En ese contexto aparece Juana de Arco, una campesina francesa que tuvo una visión divina y decidió que sería mejor liderar un ejército que aprender a bordar.

Juana cortó su cabello, vistió ropa masculina y convenció a los soldados de seguirla en la batalla. ¿Su recompensa? Ser quemada en la hoguera, en parte por desafiar las normas de género de la época. Pero aquí está lo interesante: no fue solo por llevar pantalones (aunque eso ciertamente no ayudó); fue porque su existencia rompía el esquema binario de lo que significaba ser una mujer o un hombre.

Hoy, Juana es considerada una heroína nacional en Francia y un ícono feminista.





Two-Spirit, el alma doble de las culturas indígenas

En muchas culturas indígenas de América, el género no se ve como un binario rígido. En lugar de eso, existen roles para personas que combinaban aspectos masculinos y femeninos, conocidas como Two-Spirit. Estas personas ocupan un lugar especial en sus comunidades, desempeñando tareas que iban desde la mediación espiritual hasta el cuidado comunitario.

Por ejemplo, en la cultura Navajo, los Two-Spirit podían ser sanadores, narradores de historias o líderes ceremoniales. No se trataba solo de una identidad, sino de un rol reconocido y valorado. Lo fascinante es cómo esta fluidez de género era celebrada y no vista como una amenaza al orden social, al menos hasta la llegada de las influencias coloniales.

Hoy, el término Two-Spirit ha sido retomado por las comunidades indígenas LGBTQ+ como un símbolo de resistencia y orgullo cultural.




Kabuki y las performances de género

Saltamos ahora al Japón del periodo Edo (1603-1868), donde el teatro kabuki se convirtió en uno de los pilares culturales. Originalmente, las mujeres interpretaban todos los roles, pero cuando el gobierno prohibió su participación (sí, el patriarcado también llegó al teatro), los hombres asumieron todos los papeles, incluidos los femeninos.

Los onnagata eran actores masculinos especializados en interpretar personajes femeninos. A través de gestos delicados, maquillaje elaborado y vestuario impresionante, creaban una feminidad idealizada que fascinaba al público. Pero más allá de lo estético, el kabuki nos muestra que el género puede ser una construcción artística, una ilusión que se refuerza a través de la performance.

Dato interesante: esta tradición sigue viva hoy en día, y los onnagata siguen siendo una parte esencial del kabuki moderno.




El género, como hemos visto, es tan diverso como la humanidad misma. Desde las teorías de Judith Butler, quien define el género como una performance, hasta las palabras de Simone de Beauvoir, que afirma que no se nace mujer, se llega a serlo, queda claro que esta categoría está en constante construcción.


Entonces, ¿qué nos enseñan las diosas, los Two-Spirit y Juana de Arco? Que el género no es solo una etiqueta, sino un espejo de las culturas y los tiempos en los que vivimos. Es una obra en proceso, y cada une de nosotres es parte del elenco.


 
 
 

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